Reflexión de Navidad

No me importa reconocer que soy una persona a la que le encantan estas fechas sólo por ser Navidad. Por lo que fue, por lo que sigue siendo y por lo que creo que será: luces, canciones, reuniones. Al ver a diferentes personas todos los días, y poder hablar con ellas, encuentro diversas sensibilidades respecto de estas fechas.

Si doy con quien le guste la Navidad, no cuesta sacar tema de conversación. Puede intuirse por el tono si la vive con ilusión o no. Tampoco somos monotemátiques, pero hablamos de si nos reunimos con la familia o con amigues, a dónde vamos, qué hacemos… Pero mientras me tomaba el primer té de mis vacaciones, me puse a pensar en aquelles a quienes no les gusta la Navidad.

Últimamente he escuchado a las personas que cada vez que llegan las últimas semanas de Diciembre, sienten un pinchacito. De hecho, sólo quieren que transcurran lo más rápido posible para volver a su vida normal. O no quieren juntarse, o creo que querrían si las cosas fuesen diferentes. Y mi reflexión de este año va por elles. Lo que a mí me llega son los testimonios de quienes nunca las disfrutaron por que no pudieron, por que echan de menos a alguien o porque los conflictos se viven más en épocas «de reunión».

Precisamente porque a mí me gustan estas fechas creo que estas personas soportan una carga muy pesada en sus hombros. Lo mejor que podemos hacer es callar, escuchar y aliviarles el peso. Realmente no hay que hacer nada que no queramos hacer, nunca se trató de eso. La Navidad puede ser una época de felicidad pero también de compasión, también para quienes sufren. Escucharles, aliviarles, intentar entenderles, conectar… nos hace más humanes, y eso no quita para que las disfrutemos al máximo.

Mi trabajo busca solucionar el dolor, pero sin psicología, de nada serviría. Incluso aunque la persona delante de mí evite estas fechas, mi trabajo empieza por escuchar lo que quiera compartir. Y si sus Navidades suelen ser buenas o todo lo contrario. En un mundo en que la soledad humana crece exponencialmente de la misma forma en que exponencialmente crecen las tecnologías, volver a la empatía más humana nunca podrá considerarse un error. Y para quienes tratamos de vivir la Navidad al máximo, ¡felices sean estas fiestas!



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